jueves, 16 de abril de 2009

TRASNACIONALISMO DE HEZBOLLAH: ¿UN NUEVO ORDEN?

TRASNACIONALISMO DE HEZBOLLAH: ¿UN NUEVO ORDEN?

JOSÉ HAMRA SASSÓN

MEDIO ORIENTE, UN MUNDO ENTERO

REVISTA ANTENA RADIO 107.9 FM

16 DE ABRIL DE 2009

Durante esta semana ha robado la atención la captura en Egipto de una presunta célula terrorista conformada por agentes del Hezbollah libanés. El asunto acentúa las diferencias al interior del mundo árabe, donde factores nacionalistas, étnicos y religiosos quedan rebasados ante la ascendencia de Irán como potencia regional.

A diferencia de otros actores regionales no-árabes, el régimen iraní ha ganado espacios de influencia desde la revolución islámica de 1979. Primero a través de exportar su propuesta islamista utilizando a movimientos islamistas en países árabes, como el caso de Hezbollah en el Líbano desde la década de los 80s y, posteriormente, al otorgar apoyo militar y financiero a Hamás en Palestina. El avance de su proyecto nuclear le brindó una posición de fuerza que ha puesto más que nerviosos a sus vecinos árabes e Israel. En los últimos cuatro años, con el gobierno de Mahmoud Ajmedineyad, Irán ha incrementado su influencia en la región y otras latitudes. Teherán ha aprovechado la coyuntura que se generó con la invasión estadunidense a Irak y el fortalecimiento de Hugo Chávez en América Latina. El fracaso de la guerra de Bush Jr., junto con la política de confrontación chavista contra todo lo que huela a Estados Unidos, le ha redituado al régimen iraní con una sobre-exposición regional y global que juega a su favor. Incluso, como comentábamos la semana pasada, la apertura de Barack Obama para hacer frente a la amenaza nuclear iraní ha sido capitalizada por Teherán.

En este contexto, uno de los países árabes que se ve más desfavorecido por el ascenso de Irán y el replanteamiento de la política exterior estadounidense en el Medio Oriente es Egipto. Hasta ahora es considerado el principal aliado árabe de Washington en la región. Este status lo adquirió tras convertirse hace 30 años en el primer país árabe en firmar un acuerdo de paz con Israel. Tres décadas después, los cambios globales, regionales e internos han debilitado a un régimen autocrático y anquilosado. Egipto se replantea su posición geoestratégica frente a Irán, país que lo considera su enemigo por al menos dos razones: su carácter árabe nacionalista, que en momentos adquiere tintes anti-islamistas, y el reconocimiento a Israel. La guerra en Gaza entre Israel y Hamás magnificó estas diferencias. El régimen de Hosni Mubarak apoyó la ofensiva israelí contra los islamistas palestinos, a los que considera enemigos naturales. Esta decisión profundizó la división del mundo árabe en dos campos, una encabezada precisamente por Egipto y la otra por Irán, un país no-árabe.

Con el fin de hacer frente a este escenario que pinta desfavorable, el régimen de Egipto decidió remangarse la camisa. La inteligencia egipcia capturó a al menos 25 sospechosos a los que acusa de ser agentes de Hezbollah. Esta célula es conformada por ciudadanos libaneses, sirios, palestinos, sudaneses y egipcios. El Cairo acusa a Hezbollah de preparar atentados terroristas en el Canal de Suez y en centros turísticos del Sinaí, donde asisten con regularidad vacacionistas extranjeros, muchos de ellos israelíes.

No sería la primera vez que grupos terroristas atentan contra turistas en Egipto. En 1997, 62 turistas alemanes fueron masacrados en Luxor. Desde 2004, al menos ocho atentados con autos bomba, principalmente en balnearios del Sinaí, han dejado decenas de muertos, las más de las veces israelíes. En estos casos, los responsables han sido movimientos fundamentalistas egipcios, algunos ligados incluso a la red Al-Qaeda. De ser ciertos estos reportes, la inteligencia egipcia logró desactivar una amenaza externa que operaba al interior de su territorio y que habría dañado seriamente a dos de sus fuentes de ingreso más importantes: el turismo y el paso del canal de Suez.

Así, la relación entre Egipto y Hezbollah se deterioró durante la Guerra de Gaza. El líder de la milicia shiita, Hassan Nasrallah, señaló públicamente a El Cairo como socio de Israel contra los palestinos. El régimen egipcio, por su parte, considera que la actividad de Hezbollah está ligada directamente a los intereses de Irán, país que lo financia y abastece de armamento, en detrimento de su liderazgo en el mundo árabe. Desde esta perspectiva, estamos siendo testigos de la consolidación de una dinámica en Medio Oriente que obliga a replantear el entendimiento de la región. Si Hezbollah planeaba estos atentados, podemos definir una nueva línea de conflicto. Por un lado, un círculo de poder tradicional, representado por países como Egipto, Arabia Saudita e Israel. Por el otro, un círculo de poder trasnacional, patrocinado por Irán y que incluye a actores árabes no-estatales como Hezbollah y Hamás que operan a través de fronteras difuminadas. En caso de que se confirme este escenario, las dimensiones religiosas, nacionalistas o étnicas, quedarían, por el momento, rebasadas. Habrá que ver de qué forma se desarrolla esta dinámica a unos cuantos meses de realizarse elecciones en Irán y El Líbano.

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