jueves, 4 de diciembre de 2008

Bombay y la yihad global

BOMBAY Y LA YIHAD GLOBAL

JOSÉ HAMRA SASSÓN

MEDIO ORIENTE, UN MUNDO ENTERO

REVISTA ANTENA RADIO 107.9 FM

4 DE DICIEMBRE DE 2008

El ataque terrorista de la semana pasada en Bombay, la capital financiera de la India, es muestra de que la llamada guerra contra el terrorismo ha fracasado por una simple y sencilla razón: es un mal global al cual se le ha recetado una mala medicina.

El atentado del jueves fue un acto espectacular, detalladamente planeado para generar una importante reacción en los medios internacionales. Y es que la India no ha estado exenta de ataques terroristas en los últimos años, al grado de que el multi-asalto simultáneo del 26 de noviembre fue apenas el más reciente de una serie de intercambios de terror en el contexto de la violencia inter-religiosa entre extremistas hindúes y musulmanes. La violencia entre estos dos sectores ha azolado a la India durante años. La diferencia, en este caso, fue el impacto mediático y un minucioso plan para violentar diversos edificios donde se encontraban extranjeros con el objetivo de globalizar su causa yihadista.

De acuerdo a las agencias de inteligencia de la India y Estados Unidos, todo parece guiar a que el movimiento responsable de la masacre de unas 200 personas es Lashkar-e-Taibe (el Ejército de los Puros), fundado por la inteligencia secreta paquistaní en los años ochenta, justo en la época en la que se entrenaron en Paquistán cuadros islamistas para expulsar a las tropas soviéticas de Afganistán. En este sentido, Lashkar-e-Taibe se formó para pelear contra la India por el control de Cachemira, un territorio con una mayoría de población musulmana que históricamente le disputa Paquistán. De hecho, dos de las tres guerras que han enfrentado estos dos países desde su independencia en 1947 han sido por el control de Cachemira.

La irrupción de Lashkar-e-Taibe en la India no es nueva. Esta milicia fue responsable, entre otros, del ataque contra el Parlamento Indio en Nueva Dehli en 2001. A raíz de este atentado, en 2002, hordas de hindúes y musulmanes protagonizaron una serie de enfrentamientos intercomunales en el estado indio de Gujerat, dejando un saldo de entre 1000 y 2000 muertos, en su gran mayoría de la minoría musulmana. Movimientos islamistas como Lashkar-e-Taibe, entre los que se incluyen los Talibán paquistaníes, ven en la India un enemigo de la Umma islámica ligada a los intereses occidentales debido al control de Cachemira.

Así pues, el asalto en Bombay puede ser entendido como una fase más en la lucha entre extremistas que amenaza con desbordar en una nueva guerra indo-paquistaní. No obstante, el alcance es, en esta ocasión, mayor. El extremismo islámico en el sudeste y centro de Asia busca colocarse en la yihad global, la guerra santa contra los infieles de occidente y sus aliados que encabeza Al-Qaeda. El ataque en Bombay tuvo como objetivos centros que frecuentan turistas (es decir extranjeros): dos hoteles de lujo, un concurrido café y una estación de tren. Pero también una pequeño edificio, conocido como la Casa Nariman, sede de un centro judío ultra-ortodoxo del movimiento jasídico Jabad-Lubavitch. Este movimiento, de corte conservador y práctica proselitista, tiene representaciones en varios países donde hacen las veces de albergue para mochileros y turistas judíos. Desde esa perspectiva, el ataque a la Casa Nariman tiene un tufo de intolerancia y de antisemitismo que emana del yihadismo global, con lo que busca hacerse de allegados en el mundo islámico a través de vincular artificialmente su triste causa al conflicto árabe-israelí.

De hecho, este jueves, la policía de la India señaló que algunas de las seis víctimas del asalto a la Casa Nariman mostraban signos de tortura antes de haber sido asesinados. Es decir, los responsables del ataque eligieron en su plan este centro judío como objetivo en su llamada guerra santa contra los infieles. Cabe preguntarse qué relación hay entre el conflicto indo-paquistaní por Cachemira y el israelo-palestino. En realidad, no hay relación alguna, pero la estrategia seguida por Lashkar-e-Taibe se empata a la agenda de Al-Qaeda, que busca reconstruir lo que consideran el Gran Califato islámico, que se extiende desde Andalucía, en España, hasta Chechenia, en Rusia, pasando por el norte de África, el Medio Oriente y el centro y sureste de Asia. Esta lamentable interpretación es la que nutre en el mundo islámico la idea del peligro para su noción de “los genuinos valores del Islam”, amenaza que emana de “Occidente y sus aliados”. En este contexto, todo lo que se define como infiel, es decir, cristiano, judío y, en el caso particular de la India, hindú, es un enemigo a vencer y desparecer de la faz de la tierra.

Así pues, la yihad global reinterpreta la Historia para acomodarla en su versión de intolerancia y totalitarismo. Se aprovecha, además, de la marginalidad que impera en buena parte de las sociedades donde busca ganar adeptos. La medicina, pues, como se ha demostrado innumerables veces en los últimos años, dista de ser la reduccionista visión del uso de la fuerza. Requiere de una alternativa mucho más compleja e integral que, entre otras cosas, ofrezca soluciones a la desesperanza en la que viven millones de jóvenes en el mundo islámico.

1 comentario:

LicCARPILAGO dijo...

Extremadamente difícil de comprender y prácticamente imposible detener.

Quizá con el tiempo y desafortunadamente con muchos atentados y muertos más, se logre algún tipo de fusión de creencias que permitan la pacífica convivencia de los entonces otrora bandos contrarios.

Mientras tanto esas profundas diferencias en las infranqueables barreras de la Fe -cualquier Fe- continuarán haciéndose cada vez más dolorosas.

Y lo lamentable, además de las irreparables pérdidas humanas, es que no habrá una verdadera tolerancia mutua mientras no exista una cabal comprensión y entendimiento entre las diferencias de la Fe de unos y de otros.