jueves, 11 de junio de 2009

ELECCIONES EN EL LÍBANO: LA ALIANZA IRÁN – HEZBOLLAH EN VILO

ELECCIONES EN EL LÍBANO:

LA ALIANZA IRÁN – HEZBOLLAH EN VILO

JOSÉ HAMRA SASSÓN

MEDIO ORIENTE, UN MUNDO ENTERO

REVISTA ANTENA RADIO 107.9 FM

11 DE JUNIO DE 2009

Como comentábamos la semana pasada, el discurso de Barack Obama en El Cairo replanteó drásticamente la política exterior de Estados Unidos en Medio Oriente. Ofreció un acercamiento por demás realista considerando las condiciones en el terreno. La Casa Blanca promete cambios y abre una ventana a la diplomacia multilateral

De esta forma, los diversos actores regionales –políticos y sociales– se encuentran frente a una perspectiva diferente. En este nuevo contexto El Líbano e Irán realizan elecciones para renovar sus gobiernos. Los libaneses asistieron a las urnas el fin de semana pasado. A los iraníes les toca mañana viernes. Los resultados electorales podrían arrojar luz para determinar si el Medio Oriente entra en un periodo de distención regional. En ambos países se ubican actores que aprovecharon los lineamientos de la era Bush para hacer frente a los asuntos que emanaban del Medio Oriente. El uso de la fuerza como único recurso, apuntalado por una visión ideologizada de poder unilateral, generó una coyuntura utilizada por el Hezbollah, partido-milicia libanés, y el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad, para imponer condiciones en la zona. Ese escenario cambió con la llegada de Obama y es probable que comience a mitigarse la amenaza que representa el círculo de poder trasnacional financiado por Irán y representado en el mundo árabe, entre otros, por Hezbollah.

Así pues, el domingo 7 los libaneses salieron a las urnas para renovar el parlamento a través del particular sistema confesional que sostiene con pinzas la mínima estabilidad socio-política. El resultado electoral refrendó en el poder a la Coalición 14 de Marzo, liderada por Saad Hariri, hijo del exprimer ministro Rafik Hariri, quien fue asesinado en febrero de 2005. Este hecho impulsó la Revolución de los Cedros y el fin del tutelaje directo de Siria en territorio libanés. La alianza 14 de Marzo agrupa a los sectores sunita, druso y a una parte de los cristianos. Se asume anti-siria y es apoyada por Estados Unidos, Francia y Arabia Saudita. La oposición, conocida como Coalición 8 de Marzo, apuntalada por Irán y Siria, es conformada por los shiitas de Hezbollah y el partido Amal junto con un partido cristiano.

La democracia confesional libanesa divide los 128 asientos del parlamento en partes iguales entre los sectores musulmán y cristiano. A los primeros, el sistema otorga 27 asientos a los musulmanes sunitas y 27 a los shiitas. El resto se lo dividen drusos (8) y alauitas (2). Para los cristianos, el sistema fija 34 asientos a los maronitas, 14 a los ortodoxos griegos, ocho a los católicos, seis a los armenios y dos a otras minorías cristianas. El sistema, constituido en 1943, responde a cuotas demográficas que protegen el acceso al poder del sector cristiano según el censo de 1932, el último que se realizó en el País de los Cedros. La realidad demográfica ha cambiado desde entonces, por lo que la inflexibilidad del sistema de cuotas políticas ha sido una de las principales causas de la inestabilidad libanesa. Los Acuerdos de Ta’if de 1989, que pusieron fin a la guerra civil que estalló en 1975, ajustaron la representación política de los diversos sectores confesionales. Pese a que se calcula que tan sólo 30% de la población libanesa es hoy en día cristiana, este sector cuenta por ley con la mitad de los lugares en el parlamento.

Los musulmanes shiitas, por su parte, han sido históricamente relegados del acuerdo político que rige a la sociedad libanesa desde el fin del colonialismo francés. Esta condición permitió al régimen islámico iraní, extraído de la revolución jomeinista de 1979, encontrar tierra fértil en El Líbano para extender su influencia en el mundo árabe. La guerra civil libanesa y la invasión israelí de 1982 propiciaron el surgimiento de Hezbollah, financiado y armado desde ese entonces por Irán. Los shiitas, recordemos, son minoría en el mundo islámico, aunque en Irán representan 90% de la población. Así, el Hezbollah es el activo supra-territorial más importante de Irán.

En este sentido, la derrota de Hezbollah en las urnas podría ser entendida como un refrendo de la población libanesa a las posturas pro-occidentales de la coalición gobernante. Si así fuera, la apertura ofrecida por Obama habría tenido repercusión inmediata. Sin embargo, Hezbollah representa una amenaza constante al pacto libanés. Gracias a los apoyos de Irán y Siria, Hezbollah ha construido un Estado autónomo dentro de El Líbano. Este movimiento islamista es la única facción de la guerra civil que se mantiene armada, pretextando su posición de defensa frente a Israel. En realidad, su capacidad militar está destinada a fortalecer su poder al interior del suelo libanés. En mayo del año pasado, Hezbollah se enfrentó a las tropas regulares del ejército libanés en pleno Beirut, una vez que el gobierno central intentó desmantelar su red de telecomunicaciones. Esta situación estuvo a punto de reactivar la guerra interna, pero la cedió al formarse un gobierno de unidad nacional que incluyó el derecho de veto de Hezbollah. El resultado electoral desactiva de momento este acuerdo.

Pero la amenaza de Hezbollah está latente. Si mañana viernes los iraníes votan en contra de Ahmadineyad, en claro rechazo a su política exterior, es probable que se reescriban las condiciones de la alianza Irán – Hezbollah. Como parte de la negociación que ofrece Obama, es de suponer que Washington daría a Teherán luz verde al desarrollo inspeccionado de energía nuclear para uso civil a cambio de salir de El Líbano. Esto propiciaría el desarme de Hezbollah y su integración formal al marco instititucional libanés. Sin embargo, también obligaría al Estado libanés a hacerse cargo del bienestar de toda su población, incluidos los sectores shiitas marginados. Pase lo que pase, en el caso de El Líbano, es muy temprano aún para hablar de estabilidad.

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