jueves, 26 de febrero de 2009

IRAK: ESPEJISMOS Y RECONSTRUCCIÓN

IRAK: ESPEJISMOS Y RECONSTRUCCIÓN

JOSÉ HAMRA SASSÓN

MEDIO ORIENTE, UN MUNDO ENTERO

REVISTA ANTENA RADIO 107.9 FM

26 DE FEBRERO DE 2009

La reconstrucción iraquí ha entrado en una nueva etapa, al menos en la dimensión simbólica. La reinauguración esta semana del Museo Nacional de Arqueología, saqueado tras la invasión estadounidense, y las elecciones provinciales celebradas el 31 de enero pasado dan luz sobre la posibilidad de un futuro menos incierto para Irak. Ambos casos reflejan la corrección de errores que se cometieron tras la ocupación.

Por un lado, se modificaron las políticas de des-baatización que pretendieron borrar todo elemento del derrocado régimen de Saddam Hussein. El decreto de 2003 del exvirrey Paul Bremer para desmovilizar a decenas de miles de sunnitas miembros del Ejército engrosó las filas de la resistencia anti-estadounidense. Además, ofreció cuadros locales para las redes de Al-Qaeda en Irak. El boicot sunnita a las elecciones de 2005 sólo alimentó el clima de incertidumbre ante la falta de capacidad para cooptar a todos los sectores etno-políticos iraquíes en el rediseño institucional que pretendía el gobierno de George W. Bush.

De esta forma, el primer ministro Nouri Al-Maliki logró revertir en buena medida los efectos negativos de las políticas rechazadas por los sunnitas. Al-Maliki, un shiita nacionalista exiliado durante la dictadura de Hussein, abrió espacios de poder a los sunnitas inicialmente marginados. Aún más, el año pasado se enfrentó con éxito, tanto en Basora como en Bagdad, a las milicias del líder Muqtada Al-Sadr, también shiita, pero teocrático. De esta forma, legitimó la autoridad que ganó en las urnas hace cuatro años.

A lo anterior, no hay que olvidar que Al-Maliki cuenta con el apoyo de las fuerzas extranjeras y que se montó exitosamente en la alianza que formó el gobierno de Estados Unidos con los jefes tribales sunnitas para combatir a Al-Qaeda. No obstante, Al Maliki ha sorprendido por su pragmática pericia para gobernar. A diferencia de otras fuerzas políticas, su partido, al-Dawa, no cuenta con milicias o amplias bases sociales que lo apoyen. Su triunfo en el 2005 se debió a la alianza con otro movimiento shiita religioso, cercano al régimen teológico de Irán. Por otra parte, al Maliki fue capaz de organizar un Ejército que en principio responde al poder del Estado y no a intereses particulares.

Así pues, el nuevo triunfo al que se perfila el partido de Al-Maliki en las elecciones provinciales fortalece al gobierno central sobre las propuestas de autonomía shiita en el sur de Irak. Autonomía, dicho sea de paso, que en el fondo implica el control de la riqueza petrolera. La participación sunnita fue elemento esencial para el desarrollo de la jornada del 31 de enero, aunado a que los actos de violencia fueron mínimos. Aunque el resultado electoral supone la estabilidad territorial de Irak, no hay que olvidar que las tres provincias autónomas kurdas, en el norte de Irak, no participaron de la jornada electoral. Además, en la provincia de Ninive, las elecciones fueron sustituidas por un arreglo entre sunnitas, kurdos y turcomanos que se disputan el poder y el control de los recursos petroleros. De hecho, la autonomía kurda busca expandirse hacia las provincias petroleras de Ninive y Kirkuk, ricas en yacimientos petroleros, siendo otra fuente de desestabilización ante la oposición de los sectores árabes que rechazan el control kurdo.

Por otra parte, la reapertura del Museo Nacional de Arqueología de Irak a principios de esta semana, aportó su granito de arena a la idea de la reconstrucción iraquí. Este museo, recordemos, fue saqueado en abril de 2003 una vez que las tropas estadounidenses tomaron el control de Bagdad. Durante tres días, los soldados extranjeros se dedicaron a ver como 15 mil piezas arqueológicas del pasado iraquí eran robadas, incluidas antigüedades de las civilizaciones de Mesopotamia, Asiria, Babilonia y Sumeria. La inacción de las fuerzas de ocupación fue criticada e interpretada como parte del plan para rediseñar la noción del Irak post-Saddam incluso desde sus cimientos culturales más antiguos. La reapertura, parcial y limitada, busca fortalecer la idea de que la reconstrucción es posible. Aunque sólo se han recuperado 6 mil de las piezas robadas, la idea es rescatar al Irak moderno como cuna de la civilización. A final de cuentas, los museos nacionales están diseñados para fortalecer vínculos de identidad entorno a una idea de nación, generalmente emanada desde las estructuras de poder.

Si bien el desarrollo de las elecciones provinciales y la reapertura del museo son buenas noticias, quizá se trate de un espejismo. La fractura iraquí sigue latente. Los retos para la estabilidad de Irak aún son enormes. La seguridad sigue dependiendo de la presencia de las fuerzas estadounidenses, que según el proyecto del gobierno de Barack Obama, se retirarán por completo a mediados del 2010. Primero hay que ver si el ejército de Estados Unidos logrará salir de Irak, y segundo, evaluar en qué condiciones quedaran los aparatos de seguridad iraquíes. El tiempo es realmente corto si consideramos que existen milicias shiitas, sunnitas y kurdas descentralizadas que responden a sectores étnico-religiosos particulares. Por otro lado, actores regionales como Irán y Turquía y no-estatales como la red terrorista Al-Qaeda siguen activando en territorio iraquí. Entre el 11 y 13 de febrero, dos atentados en Bagdad dejaron al menos 56 civiles muertos. En otras palabras, a pesar de los avances institucionales, a la violencia en Irak aún le queda historia.

jueves, 12 de febrero de 2009

ISRAEL Y EL VOTO DEL MIEDO

ISRAEL Y EL VOTO DEL MIEDO

JOSÉ HAMRA SASSÓN

MEDIO ORIENTE, UN MUNDO ENTERO

REVISTA ANTENA RADIO 107.9 FM

12 DE FEBRERO DE 2009

En las elecciones del martes, el miedo ganó en Israel. La lectura de los resultados que ha trascendido es que la sociedad israelí se derechizó. Pero es necesario considerar el matiz del miedo para dimensionar la razón por la cual el electorado le otorgó al partido de extrema derecha, Israel Beitenu (Israel Nuestro Hogar), 15 de 120 escaños, relegando al Laborismo al cuarto puesto con 13 lugares en el parlamento y marginando al partido de izquierda Meretz con tan sólo tres.

Kadima y Likud se pelean el triunfo con menos del 23% de los votos para cada uno. Desde el primer momento sus líderes, Tzipi Livni y Benjamín Netaniahu, respectivamente, iniciaron negociaciones con otros partidos para lograr formar una coalición de al menos 61 parlamentarios que les permita obtener la mayoría mínima necesaria para gobernar. En el sistema político israelí quien forma gobierno no es necesariamente el partido que obtuvo más votos, sino el que asegure una mayoría parlamentaria. Y en ese sentido, Netaniahu parece tener ventaja. Recordemos que en octubre pasado, una vez que Ehud Olmert fuera obligado a renunciar como Primer Ministro (asumió el cargo en 2006), Livni fue incapaz de formar una nueva coalición que habría evitado las elecciones adelantadas. La nueva conformación del parlamento israelí, donde el espectro de la derecha suma 65 escaños, le obstaculiza a Livni y su partido Kadima un segundo intento.

Por otra parte, de los 33 partidos que participaron en los comicios del 10 de febrero, 12 obtuvieron al menos 2% de los votos, requisito para lograr representación legislativa. Es tal el grado de fragmentación sociopolítica en Israel, que siete de esos 12 partidos obtuvieron entre tres y cinco escaños cada uno, con lo que suman arriba de 20% del total. La alta segmentación del sistema político israelí responde a la pluralidad de su sociedad conformada por judíos y musulmanes, por ciudadanos israelíes judíos y palestinos ciudadanos de Israel (20%), religiosos y seculares, sefaraditas y askenazíes, sionistas y no sionistas, por judíos de origen ruso, árabe, europeo, etíope, entre otros tantos sectores. Pero es un sistema que en los últimos 25 años el equilibrio de fuerzas, producto de la fragmentación, ha generado inestabilidad política. Desde 1992, se han realizado en Israel siete elecciones y formado al menos seis coaliciones de gobierno. Sólo uno de los seis primeros ministros en este periodo de 17 años terminó su mandato.

El miedo, pues, fue un elemento central que impactó en la elección en al menos dos sentidos. Por un lado, impulsó a la derecha nacionalista (representados principalmente por el Likud e Israel Beitenu) gracias a la guerra en Gaza. La amenaza que Hamás representa para Israel, real o ficticia, fue capitalizada por Avigdor Liberman, líder de Israel Beitenu, un ultraderechista que ha pintado el espectro político israelí con un discurso racista, intolerante y anti-árabe. Y en este sentido, Hamás impulsó a Liberman. En Sderot, Beersheva y Ashkelon, ciudades del sur de Israel asoladas por los misiles de Hamás, el partido de Liberman se registra como segunda fuerza, sólo por detrás del Likud de Netaniahu. Ambos sostuvieron a lo largo de sus campañas que acabarían con Hamás.

Por el otro lado, el miedo se manifestó en amplios sectores de izquierda que votaron por Kadima con el fin de evitar un triunfo de Netaniahu. Un voto de miedo disfrazado de “útil” y que simplemente resultó inútil. Si bien los partidarios del Laborismo y de Meretz que votaron por Livni le aseguraron al menos un empate técnico, no evitaron que sea una coalición encabezada por Netaniahu y de tintes ultra-nacionalistas la que tenga mayores posibilidades de formar gobierno en estos momentos. Peor aún, este voto de miedo a Netaniahu acabó por debilitar a la representación progresista en el parlamento israelí, dejando en el limbo a los herederos políticos de los fundadores de Israel, quienes buscaron construir una sociedad incluyente. En un sistema parlamentario, donde el jefe de gobierno (es decir, del poder ejecutivo) emana de la misma legislatura, el llamado voto útil acaba decantando la representación de otras ofertas en el órgano legislativo. Cosa que no necesariamente sucede en un sistema presidencialista como el mexicano, donde se emiten votos por separado que permiten dividirlos a favor de distintas fuerzas políticas en el legislativo y el ejecutivo. Además, varios partidarios de la izquierda que se manifestaron en contra de la guerra en Gaza votaron por Jadash, un partido excomunista integrado por árabes y judíos, que aboga por un estado binacional. Jadash obtuvo 4 escaños, uno más que la legislatura pasada.

Así pues, el resultado del martes es la conclusión de una contienda electoral que se vio ensombrecida por la guerra en Gaza. Existe una remota probabilidad de que Livni y Netaniahu encabecen un gobierno de unidad nacional, situación que, de darse, augura elecciones adelantadas. Si Netaniahu logra ser primer ministro, se mantendrá el estado de confrontación con los palestinos, pues favorece la expansión de los asentamientos judíos en la Cisjordania ocupada, uno de los obstáculos para la solución de los dos Estados. En este sentido, podemos esperar que un gobierno de Netaniahu desafíe a la Casa Blanca, una vez que el presidente Barack Obama se ha decidido por un liderazgo más equilibrado que responda tanto a las necesidades de Israel como a las de Palestina.

En todo caso, la polarización del sistema político israelí hacia la intransigencia no responde necesariamente al sentir de la mayoría que reconoce la necesidad de un Estado palestino para acabar con el conflicto con sus vecinos. De igual forma, la mayoría de los palestinos aprueba la solución de los dos Estados. Sin embargo, impera la desconfianza y el miedo entre ambos pueblos. El gran reto para el gobierno de Estados Unidos será cambiar el paradigma y hacer coincidir a estas dos masas silenciosas en Israel y Palestina para que trasciendan, más allá de su expresión electoral, las posturas autoritarias manifestadas en Israel Beitenu o Hamás. Y es que con miedo, no se puede esperar ni paz ni libertad para ninguno de los dos pueblos.